Gear Acquisition Syndrome

GAS

En los últimos años, el vocablo GAS ha adquirido un nuevo significado entre los músicos. Las siglas para designar «Gear Acquisition Syndrome «, que en español vendría a ser algo así como «síndrome de la adquisición de equipo», se han convertido en un fenómeno del que merece la pena hablar.

Y lo cierto es, que en cuestión de equipo, los guitarristas padecemos una especial insatisfacción crónica, más si cabe los que tocamos la guitarra eléctrica. No conozco ni a un solo guitarrista, que siempre utilice el mismo arsenal y esté tan satisfecho con el, que nunca se plantee cambiarlo o al menos ampliarlo, cosa que no parece suceder con otros instrumentistas. Desde luego, no a nuestro nivel.

Hay algunas explicaciones para esto. Las guitarras y sus complementos, son objetos relativamente baratos si los comparamos con otros instrumentos, como un violoncello, un viento o un piano. E infinitamente más asequibles si lo comparamos con artículos de rápida obsolescencia como un ordenador o un teléfono.

A esta situación ha contribuido en gran medida la globalización del mercado. Comprar (y/o vender) un instrumento ya no es algo que tengamos que hacer por fuerza en las tiendas de nuestra ciudad. La venta on-line ha facilitado el acceso a todo tipo de material. Y no sólo eso, también hay muchísima más información en cuanto a lo que compras. Hace no tantos años tenías que creer la palabra de un vendedor. Hoy en día puedes contrastar opiniones, ver vídeos, leer análisis pormenorizados, encontrar información precisa del año de fabricación, materiales, país de origen y un sin fin de detalles más. Si además le sumas la febril actividad de las comunidades virtuales de guitarristas, el resultado es un mercado de segunda mano ágil y atractivo.

Por otro lado, las guitarras, e incluso los amplis o los pedales, son objetos deliciosos, y no es descabellado llegar a catalogarlas como obras de arte. Y así es precisamente como viven esta pasión algunos, como una suerte de coleccionismo, que en ocasiones se materializa en una compraventa compulsiva. Por eso no es de extrañar que las personas que más y mejores instrumentos tengan, sean con frecuencia gente que apenas toca unos pocos acordes, e incluso gente que ni siquiera hace música. Algo parecido al famoso cliché del piano de cola que preside el salón de una mansión, pero que nadie utiliza.

Más allá de estas reflexiones, lo cierto es que es un instrumento con posibilidades ilimitadas. No solo existen tipos de guitarras radicalmente diferentes entre sí, como la clásica, acústica o eléctrica. Dentro de cada tipo de instrumento las diferencias pueden llegar a ser tan significativas como para afectar enormemente a la manera de hacer música. Y ahí tenemos una idea interesante.

No es casualidad que los músicos nos preocupemos de las maderas elegidas para el cuerpo o el diapasón, la escala, el radio del mástil, el tipo de puente, la cejuela, las pastillas y su selector, los clavijeros, los trastes, el acabado, la forma y hasta el peso de nuestros instrumentos.

Algo que siempre me ha fascinado, son las propiedades de la madera y su naturaleza impredecible. Efectivamente, cada guitarra suena diferente. incluso siendo exactamente de la misma marca y el mismo modelo. La madera es algo vivo, difícil de manipular y replicar para obtener resultados idénticos. No es casualidad, ni excentricidad, que algunos de los mejores instrumentos de la historia tengan cientos de años y se valoren en millones de dólares.

En mi caso, siempre que adquiero algo tengo en cuenta estos tres factores: SONIDO, TACTO y APARIENCIA. Es necesario que el instrumento cumpla solventemente en todos, pero en ese orden de importancia. De nada serviría un instrumento con buen tono si tocarlo requiere un gran esfuerzo físico, o viceversa. De igual forma, es innegable que la apariencia tiene un impacto real en el hecho de tocar. Quizá una guitarra tenga una construcción y sonido envidiables, pero si nos desagrada su forma o color, no nos sentiremos conectados a ella.

Los guitarristas también tenemos una fijación por tener el amplificador con más volumen del mundo, y sin son varios mejor. También queremos que posean el limpio más cristalino, el tono más orgánico posible, la distorsión más saturada pero con más definición. A veces da la sensación de que estamos comprando un coche con todos los extras, más que una herramienta para hacer arte.

Sumemos a eso los intermediarios entre el instrumento y los altavoces: etapas, pedales, procesadores de efectos, cableado…la cosa corre el riesgo de escaparse de nuestras manos, y no es difícil perdernos en un mundo de opciones, que en vez de servir de puente a la creación, nos mantenga preocupados y distraídos.

Para mí, la palabra instrumento, tiene sentido si se mantiene fiel a su significado etimológico: un utensilio para hacer música. Las demás cuestiones, aunque nos pese admitirlo, son accesorias. Por supuesto, son importantes, pero no hasta el punto de convertirse en una obsesión y hacernos dedicarles más tiempo que a la propia música. ¿Alguien imagina a un pintor fantasear con tener un pincel de cierta marca o un tubo de pintura histórico? Como tantas otras cosas, es cuestión de equilibrio, o de sentido común. Pero parece necesario recordar, que las obras de arte son el producto del ingenio y la imaginación de los artistas. Nada que ver con los objetos.

10 pensamientos en “Gear Acquisition Syndrome

  1. Excelente artículo Carlos.

    Como bien expones, muchos se enfocan tanto en el equipo que descuidan el arte en sí. Creo que todos hemos tenido esas etapas como músico en las cuales nos fascinamos tanto por las muchísimas opciones que hay en el mercado, que nos olvidamos de la esencia de lo que hacemos. Lamentablemente, muchos no superan esa etapa…Entiendo que es necesario cierta búsqueda y experimentación cuando uno está buscando su sonido; su expresión personal. Pero cuando esto nos ocupa mas allá de lo necesario, nos desenfocamos en nuestro proceso creativo.

    Tampoco está mal tener el mejor equipo que podamos adquirir de acuerdo a nuestros recursos, pero volvemos a lo mismo: Cuando esto nos desenfoca de la esencia del arte musical, algo anda mal, y probablemente el consumerismo está ahogando nuestra capacidad innata de ser creativos. He visto guitarristas hacer maravillas con instrumentos económicos, y he visto guitarristas con instrumentos costosísimos que realmente no transmiten algo al ejecutar su música. Como dicen acá en Puerto Rico, «no es la flecha, es el indio».

    Una vez mas, gracias por el excelente escrito. Adelante y mucho éxito.

  2. Hola Angel!

    Me encanta vuestro dicho “no es la flecha, es el indio”. Resume en pocas palabras todo la idea.

    Gracias por tu comentario, viniendo de otro profesor de guitarra me hace especial ilusión.

    Un abrazo

  3. Guit, Buen analisis! Yo ahora ando tranquilo de GAS, como mucho quiero pillarme aquella superstrat con mastil de arce, pero no veo ningun modelo que me termine de convencer (cruzando toooooodas esas variables que comentas), así que al no correrme prisa, ando tranquilo sin ataques.

    Sobre lo que cuenta a la hora de adquirir algo…para mi la apariencia es lo mas importante de lejos, el tacto…en fin ..está bien, y el sonido ya me encargo yo de hacerla sonar si no tiene buenas pastillas o lo que sea (contestacion a’lla Kotzen xD…. Te quieres creer que conozco gente que contestaría así pero «en serio» ?? …hazte un post un dia sobre «el ego de los musicos» que seguro que es otro tema jugoso!)

    : D vamos hablando señor-guitarra!

  4. Para mi la apariencia de las guitarras es crucial, por eso digo que todos los campos tienen que cumplir su función de sobra. Las Les Paul me parecen preciosas, y me encanta su sonido, pero su peso y cómo está distribuido por el instrumento, me resulta algo incómodo. Es curioso que hay usuarios de LP a los que les resulta incómodo tocar guitarras con Floyd Rose por que no saben apoyar la mano sin mover el puente. Supongo que todo es a lo que te habitúes.

    El tema del ego de los músicos, en el fondo es el mismo que el ego de las personas. O sea que que se podrían escribir ríos de tinta acerca de ello. Tomo nota.

    Con respecto al GAS, a mi a veces me pasa lo contrario, que fantaseo con perder todo mi equipo, y tener que comprar un solo instrumento para poder seguir tocando. Incluso llevándolo más allá, me planteo como afectaría a mi música si una enfermedad me impidiera tocar (como le pasó a Jason Becker o Beethoven).
    Llámame loco, pero estoy convencido que tendría algo terapéutico enfrentarse a semejante trance y seguir adelante.

    Abrazos Jac!

  5. ¿Cómo decidir cuál es la chica de tu vida sin conocer sus virtudes, sus defectos o sus secretos? Y más importante si cabe, sin experimentar vuestra compatibilidad. Ahora permítete el lujo de no tener que decidir, de poder quedarte con lo mejor de cada casa. En un mundo liberalizado hasta la extenuación (no digo ni bueno ni malo), tendríamos una confesora diferente para cada uno de nuestros estado de ánimo. Extrapolándolo al tema de tu artículo, podríamos decir que la Les Paul, esa compañera de dulzura contundente que esconde el exceso de calorías de la cena de la noche anterior en un corsé de seda perfectamente entallado, no tiene celos del caracter estirado y sobrio de la Strato, colegiala que se ha rasgado las medias pretendiendo entrar en la discoteca con semblante provocativo. ¿Podrías decidir? Creo que no sería justo.

    Me gusta la relación entre insatisfacción crónica y herramienta para hacer arte. La búsqueda constante de conexión con tu instrumento es algo así como enamorarse de estar enamorado. Cuando sucede, y digo «sucede» mejor que «consigues», aparece ese estado de flujo, tan efímero y profundo al mismo tiempo, que dirige nuestras preferencias. Casi hasta se podría asegurar que es la propia guitarra en sí lo que determina nuestros gustos musicales.

    Excelente trabajo, Carlos. Como siempre.

  6. Por suerte, no hay necesidad de decidir entre A y B. Lo que a cada uno le funcione, sin duda es lo correcto. Además estoy muy de acuerdo en que sin conocer no puedes juzgar si algo es necesario para tí. Hay que probarlo todo. Y a lo mejor descubres que lo que necesitas es menos (o más) de lo que pensabas. Solo hay una forma de descubrirlo…

    En mi opinión, es necesario no descuidar ningún factor. Y ello implica vivir una vida de constante prueba y error.
    Mi reflexión apunta a cuando el artista se pierde, y la herramienta cobra más protagonismo que el arte.

    Muchas gracias por tus palabras Raúl. Da gusto leer cosas así.

  7. Me ha parecido muy interesante tu reflexión.

    Me recuerda a una escena de la comedia satírica «This is Spinal Tap». Esta en concreto:

    Un saludo!

  8. Hola Rafa,

    ¡Spinal Tap! Siempre me alegra el día verla.
    Aunque es delirante, tiene más de cierto de lo que parece a primera vista. Definitivamente, tiene mucho que ver con el concepto de GAS.

    Saludos

  9. Pingback: Ultimate Snare: Ludwig Black Beauty | Rodrigo Salazar

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