Esta lección se va a centrar en fundamentalmente en dos aspectos: la habilidad rítmica y la independencia del pulgar del resto de dedos de la mano derecha (izquierda si eres zurdo).
Antes de avanzar más, he de señalar que para poder estudiar esta lección hay que tener algunos conceptos rítmicos claros. Es imprescindible entender el compás de 4/4, las subdivisiones básicas de la figura de negra: corchea y semicorchea y sus posibles combinaciones, incluyendo silencios. Además hay que manejar el puntillo, la ligadura y la síncopa. No hace falta solfear perfecto o leer a primera vista, pero sí conocer las figuras bien sin la dependencia de ninguna referencia auditiva. Uno de los peligros de tener un audio de apoyo es que es muy fácil repetir el sonido sin comprenderlo realmente. Si es ese tu caso, reserva esta lección para más adelante, y adquiere algunas nociones básicas de métrica. No te va a tomar mucho tiempo y de ese modo extraerás el máximo beneficio de estos ejercicios.
El enfoque de este estudio es similar a la práctica pianística, donde en ocasiones se estudian ambas manos por separado para luego sincronizarlas. En la técnica de fingerpicking, el pulgar toma el papel de la mano izquierda de un pianista. Es un dedo diferente que cumple una función específica en la ejecución, y es por tanto necesario poder coordinarlo e independendizarlo del resto de dedos de la mano derecha.
Empecemos por la mano izquierda. Practicar sin tener que prestar atención a la mano del mástil, permitirá dirigir toda tu atención a la mano derecha. Para ello solo vas a tener que pisar un acorde de Am7. Una vez interiorizado cada concepto, puedes volver a añadir interés a la izquierda, aplicando todas las ideas a diferentes progresiones de acordes.
Ahora, observa la primera partitura. He escrito 10 ritmos que se va a encargar de ejecutar el pulgar. Un simple La en la sexta cuerda en el traste 5. Están ordenados de mayor a menor dificultad, así que tómate el tiempo necesario para comprenderlos y medirlos correctamente. Si no estás seguro de cómo se ejecuta alguna figura rítmica, trabaja solo con las que te sean familiares.
A continuación he escrito otros 10 compases que se van a encargar de hacer sonar los dedos índice, medio y anular de la mano derecha. Se trata de las notas Sol, Do y Mi (una digitación cómoda podría ser pisar las cuerdas 4, 3 y 2 en el traste 5). Las instrucciones son exactamente las mismas que con los 10 previos ejemplos: comprensión y precisión, siempre.
A partir de aquí empieza la verdadera diversión. El objetivo final es poder tocar combinando simultáneamente ambas partes: pulgar y i-m-a. Como podrás comprobar, hay una dificultad significativa en el hecho de combinar dos ritmos diferentes, sobre todo cuando la información viene desde tu cerebro, y no desde una partitura.
El resultado final supone la ejecución de 10 x 10 = 100 ejercicios diferentes para poner a prueba y desarrollar la independencia de tu mano derecha. Como ejemplo he escrito diez posibles combinaciones marcando cada parte como «bajo» y «acorde», incluyendo esta vez la tablatura. Puedes probar con unas pocas o con todas ellas, dependiendo de tu nivel e interés en desarrollar esta cuestión. Mi recomendación es que antes de intentar efectuar cada una, repitas varias veces por separado y con un metrónomo a tempo cómodo cada una.
Como última indicación, y a fin de expandir tu habilidad musical, tu oído y tu conexión mental/física, vas a utilizar tu voz. Prueba a cantar la nota del bajo que elijas, respetando el ritmo. Una vez te sientas cómodo, toca en la guitarra uno de los ejemplos de los acordes al mismo tiempo que entonas el bajo. Otra versión consistiría en hacerlo a la inversa: cantar una nota del acorde (por ejemplo la más aguda) y tocar el bajo. Comprobarás que es incluso más difícil que hacerlo todo con las manos, pero es un fenomenal ejercicio de independencia para cualquier músico, sobre todo para aquellos que cantan al mismo tiempo que tocan la guitarra.
Idealmente esta propuesta didáctica debería llevarte a la creación de tus propios patrones rítmicos, y por extensión a combinarlos con los antiguos y multiplicar enormemente el número de posibilidades musicales. El límite lo pones tú. ¡No olvides divertirte!
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