Práctica Musical Efectiva: Planificación

PRÁCTICA MUSICAL EFECTIVA PLANIFICACIÓN

Cualquier proyecto que pretenda crecer y salir adelante, ha de tener un plan de acción estructurado. Éste, forma parte indisoluble de la agenda de cualquier empresa exitosa. La práctica musical, por su naturaleza compleja y heterogénea, requiere grandes dosis de organización. Examinemos algunos procedimientos que potencien el impacto real de nuestro trabajo.

Planificar el estudio, no es algo que se pueda independizar del resto de nuestras obligaciones. Así que conciliar estas con nuestros intereses sería el primer punto a tener en cuenta. Elaborar un esquema del tiempo que dedicamos a cada cosa, cada día de la semana, nos proporcionará una panorámica real sobre el tiempo que de verdad podemos emplear en nuestra sesiones de práctica. De ese modo, podemos trazar un plan de acción realista y destinar el tiempo que nos interesa a cada cosa.

ELIGE LOS CONTENIDOS 

• Consideraciones: Una vez hayamos solucionado la cuestión del Tiempo, cuando queremos elaborar un planning,  lo más importante a considerar son los contenidos. Así que tiene lógica que empecemos por preguntarnos «qué queremos conseguir realmente». Ésta, puede parecer una pregunta obvia e incluso absurda, pero nada más lejos de la realidad. Es significativa la cantidad de músicos que dan por hecho la necesidad de asimilar ciertos conceptos, cuando en verdad estos distan mucho de ser caminos lógicos hacia sus objetivos reales. Quien desee ser un buen improvisador no ha trabajar de la misma manera que quien quiera ser un espléndido intérprete.  Cabe la posibilidad de querer ser solvente en algunas e incluso en muchas áreas y estilos musicales. Por supuesto,  no hay nada de malo en ello, aunque con seguridad  tomará más tiempo de trabajo y organización.

• Selección: Hay que elegir el contenido de nuestra práctica con total consciencia. Asegurándonos de que el trabajo es un camino directo para lograr los objetivos prefijados. Encontrar medios efectivos y creativos de resolver cada uno de los problemas que se nos presenten no siempre es sencillo. Es posible no tener la certeza de tomar las decisiones adecuadas. Si no se tiene claro el camino a seguir, lo mejor es recurrir a la guía de otro músico más experimentado en los campos que nos interesen.

• Personalización: Algo que gran parte de educadores (y no solo en el entorno musical) no tienen en cuenta, es que la práctica es como una medicina, no es válida para cualquier persona. No se puede unificar ni universalizar. Cada músico tiene sus propias virtudes, y están directamente relacionadas con los tipos de inteligencia que éste posea. Por ejemplo,  las personas dotadas de inteligencia cinestésica  (gente que es buena en deportes o danza) no tienen problemas de coordinación. Los poseedores de inteligencia  espacial (arquitectos, fotógrafos o escultores) podrán memorizar y comprender patrones visuales con menos esfuerzo. Aquellos que manifiesten una inteligencia lógica (ingenieros, matemáticos o economistas) asimilarán de manera más intuitiva el aspecto teórico de la música. Practicar lúcidamente, pasa necesariamente por naturalizar nuestra forma de proceder, teniendo presentes las habilidades con las que hemos nacido y hayamos podido desarrollar, incluso sin ser conscientes de ello. Vivencializar la práctica requiere nuevamente, un ejercicio de auto observación y ajuste.

ELABORA EL PLAN 

• Previsión: Un de las conductas más erróneas y  tristemente comunes, es la de sentarse con el instrumento e ir decidiendo sobre la marcha en lo que se va a trabajar. Esto, favorece la dispersión y el caos mental, es por tanto imprescindible escribir el plan de estudio antes de empezar a practicar. De esa manera nos aseguramos de hacer exactamente lo que tenemos que hacer y durante el tiempo necesario. La percepción temporal cambia enormemente dependiendo de la actividad, así que hemos de asignar tiempos determinados a cada cuestión que queramos cubrir.

• Mesura: Poder asimilar conceptos complejos o que requieran memorizar grandes dosis de información, hace necesaria la descomposición en objetivos pequeños que se puedan manejar en una sola sesión de estudio. El progreso ha de ser claro y medible. Si solo disponemos de 30 minutos, hay que lograr efectuar una práctica que permita fijar algún contenido. De otro modo, es muy posible que estemos sobrecargando la sesión y no sea tan efectiva como cabría esperar.

• Líneas de trabajo: Hay músicos que prefieren concentrarse con intensidad en un único concepto durante una pequeña temporada para después seguir con otra cuestión. Otros, optan por dividir el tiempo de práctica en varias líneas de trabajo simultáneo. No es necesario decantarse por un solo enfoque, pero si es importante observar que manera resuena más con nuestra forma de ser o nuestro estado de ánimo.

• Situaciones: Planear una sesión de estudio también se va a ver condicionado en grandísima medida por nuestra actividad en la música. Los estudiantes de música suelen ser más ordenados y disciplinados al respecto, pero hay otros posibles escenarios donde tendremos que moldear nuestro plan para su óptimo funcionamiento. Hay que adaptar el planteamiento teniendo en cuenta si vamos a afrontar un examen, un ensayo, un concierto, una audición para formar parte de una banda, la composición de nueva música o la grabación de un disco.

• Ajuste: Hay que aceptar que no existe el plan de estudio perfecto. Aprender es una actividad orgánica,  y manejamos demasiadas variables en constante estado de cambio. Por tanto, hemos de permanecer atentos al efecto y reacción de nuestras acciones, tomar nota de los resultados y ajustar frecuentemente los contenidos. Romper la rutina favorecerá además, el mantener la motivación y la ilusión por avanzar.

CUMPLE PERO SE FLEXIBLE

• Hitos: Es un hecho que cuando se fijan plazos y fechas límite, hay un mayor índice de éxito. Incluso, a pesar de  no llegar a conseguir todos y cada uno de los propósitos previamente anotados, siempre reporta más beneficios trabajar con hitos alcanzables.

• Disciplina: Obviamente, por mucho que se planifique, el plan de trabajo hay que cumplirlo. Así que hace falta una parte nada despreciable de disciplina. Esta palabra tiene para muchas personas una connotación negativa, así que es preciso transformar nuestra percepción de esto.  Para mantener una línea de progreso estable y ascendente, hay que poder disfrutar de cumplir objetivos. Esto es, aprender a deleitarse con el propio desarrollo. A fin de cuentas, esta actividad la desempeñamos por iniciativa propia, porque nos hace felices. No debería albergar espacio para otra cosa que no fuera puro entusiasmo.

• Adaptabilidad: Hay una actitud recurrente en muchos músicos y consiste en descartar por completo la práctica si no se dispone de un espacio de tiempo significativo. Los imprevistos suceden, y es necesario contar con ellos como parte cotidiana de la vida, musical y ordinaria. Flexibilidad y adaptabilidad se revelan como poderosas cualidades. Es necesario estar preparados para hacer una práctica eficiente en diferentes situaciones, y es algo con lo que también hay que contar en el momento de elaboración del plan. Si un día no podemos practicar nuestro tiempo habitual, tendremos que reaccionar y mantenernos activos para no perder el ritmo ni la motivación.

• Descanso: Hay que tener presente, que en ciertos momentos la mejor opción es no practicar en absoluto y revitalizarnos a través del descanso. Realizar otras actividades ajenas a nuestro mundo puede tener un impacto muy positivo en nuestra práctica. Después será más sencillo volver a trabajar con energías renovadas y automotivados.

No te pierdas la primera parte de práctica musical efectiva: EL TIEMPO
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