Es una idea comúnmente extendida, que los músicos que tocan de oído suelen ser autodidactas con escasa o nula formación, instrumentistas o vocalistas con cierta habilidad innata para el ejercicio musical, pero sin el conocimiento necesario para hacer música de alto nivel. En concreto, existe una asociación popular y significativa entre el hecho de no saber leer una partitura y suplir esta carencia con la herramienta de la intuición. A fin de cuentas, se infiere que quien no sepa leer un pentagrama es un iletrado musical. Esto no tiene porqué ser necesariamente cierto, por eso quiero aportar algo de luz a ésta cuestión.
Saber leer una partitura no quiere decir que se entienda todo acerca de la música que contiene. Si bien es cierto que poder leer un pentagrama revela cierta información musical, la cosa no acaba ahí. El solfeo está englobado en el campo de la teoría musical, es un código para la comunicación entre músicos. Si lo comparamos con un idioma, es posible estudiar y llegar a leer un libro de filosofía, pero eso no quiere decir que lleguemos a comprender las ideas que habitan en las palabras. Más aun, es posible leer una partitura y entender la lógica de su funcionamiento, identificar los elementos musicales que permiten que ésta tenga sentido, pero no comprenderla internamente.
Para nosotros, los guitarristas, cualquier idea musical por sencilla o compleja que ésta sea, se ve enmarcada en tres planos de información:
• Plano Lógico
Es la comprensión intelectual de lo que tocamos. La música utiliza varios códigos, que delimitan y organizan el sonido en diferentes categorías. La teoría permite racionalizar el proceso musical, dotándolo de un sentido lógico y el acceso a nuevas procesos musicales, que de otra forma quizá no imagináramos.
• Plano Visual
El acceso práctico a la información, pasa por crear una imagen mental de la posición geográfica de los sonidos en el mástil. Con frecuencia es la forma en que damos nuestros primeros pasos con el instrumento. Utilizamos la memoria fotográfica para recordar la forma de los acordes, escalas o arpegios que aprendemos.
• Plano Sonoro
La comprensión interna del sonido es lo que hace que todo funcione para nuestro oído musical. Que lo que oigamos tenga un sentido independientemente de reglas teóricas o posiciones aprendidas, es lo que permite que podamos usar el material musical en determinada forma. Este plano es el primero en importancia, aunque no es posible basarse únicamente en el. Es actuando en conjunto con los otros dos lo que facilitará desarrollar plenamente nuestra capacidad como músicos.
Por tanto, si aprendemos un acorde (o cualquier otro concepto) habremos de entender su origen, construcción y sus posibilidades (plano teórico), conocer los diferentes patrones que genera en el mástil (plano visual), y reconocer su sonido (plano sonoro).
La técnica se convierte así, en una llave maestra para abrir las puertas de acceso al uso de los tres planos interrelacionados. Es por esto que la técnica no tiene nada que ver con la música, solo es una necesidad circunstancial al hecho de hacer música. Una necesidad totalmente inevitable, por otro lado.
Aunque parezca paradójico, los guitarristas podemos sobrevivir «hasta cierto punto» sin utilizar el plano teórico, ya que lo suplimos con la combinación de los otros dos. Nuestro oído informa a nuestra memoria fotográfica del efecto resultante de una combinación. O a la inversa, tocar una secuencia de notas basada en términos visuales, va a tener que pasar el inevitable filtro del sonido, ya que nos parecerá correcto o incorrecto. Esto es debido a que nuestra percepción de la música está fuertemente condicionada por el entrenamiento que nuestro oído ha recibido inconscientemente. La música está en cualquier lado y hemos estado expuestos a ella desde que nacimos: en un anuncio de TV, en una tienda, en el cine, en una sala de espera. Por eso, cuando empezamos a tocar un instrumento no partimos de cero en ese plano. El oído de la mayoría es lo suficientemente sensible para apreciar la diferencia entre un acorde mayor y menor, reconocer un compás de 4/4 o ciertas escalas. Por supuesto, para ser músico hay que educar el oído mucho más allá de esto, y es un proceso que jamás acaba, pero esa ventaja con la que contamos favorece nuestra intuición.
Pero lo cierto e interesante es que cuando los músicos estamos inmersos en el proceso creativo, no estamos pensando ni en reglas teóricas, ni en patrones visuales. Todo eso está tan asimilado, que no hay necesidad de intelectualizarlo. Simplemente prestamos atención a lo que suena en nuestra imaginación y coordinamos todo a tiempo real para que se materialice en música.
Buena parte de músicos empezamos tocando sin más referencia que nuestro oído. Y de verdad creo que es la mejor forma de empezar a aprender música: oyendo, cantando, y jugando con el ritmo. Si tu oído te pide hacer música, es inevitable que empieces a utilizar los otros planos. Ya solo es cuestión de tiempo que te conviertas en músico.
Si deseas estudiar guitarra y armonía conmigo, escríbeme y veamos como te puedo ayudar a seguir progresando como músico: carlosvicentclases@gmail.com
No olvides suscribirte al BLOG para no perderte ninguna de mis lecciones.