¿Has hecho los deberes?

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Al comienzo de cada clase, hay un número significativo de alumnos que justifican el no haber podido practicar. El motivo más común es la falta de tiempo a causa del trabajo, el estudio y las obligaciones cotidianas. Siempre me esfuerzo en dejar claro que no hay responsabilidad ni obligación más allá de la que cada uno quiera adquirir. Quien acude a mí para aprender, no va obtener más retribución que crecer musicalmente. Esa es la virtud primordial de la enseñanza libre. Huelga señalar que no existe compromiso por obtener un título, no hay pruebas de nivel, no hay por qué estudiar algo que te desagrade, no hay que satisfacer ninguna expectativa, ni siquiera las que yo pueda tener como profesor. La enseñanza es para mí, un ejercicio de empatía. Ponerse en el lugar del estudiante sin juzgarlo, es la única forma de llegar a desarrollar una relación maestro-alumno sana y efectiva.

A pesar de mis esfuerzos, este es un asunto que no he conseguido solucionar del todo. La sombra del concepto tradicional de profesor es demasiado alargada. No es raro que en el fondo se nos siga percibiendo como a un enemigo, una figura autoritaria e impositiva a la que hay que satisfacer, temer o asumir las consecuencias. No estoy exagerando, por desgracia.

Llevo años observando las causas de este problema. Hablando con mis alumnos, he podido comprobar que hay numerosos patrones erróneos en la forma que enfocamos la práctica musical. Enumeraré los más significativos:

1) TIEMPOS DE APRENDIZAJE

Este problema está directamente relacionado con el hecho de que algunos estudiantes desconocen el tiempo que puede tomar adquirir ciertas habilidades, aunque ello no les impide emitir juicios de valor acerca de sí mismos. Practican unos días intensamente y se desesperan ante la aparente falta de progreso.

Lograr ejecutar ciertas técnicas, memorizar piezas, ser sólido rítmicamente, desarrollar un lenguaje musical, ser espontáneo improvisando, tener buen tono y un largo etcétera. Son todos conceptos que requieren mucho tiempo de práctica efectiva hasta perfeccionarlos. Es prácticamente inviable interiorizar un concepto con profundidad en 7 días, más cuando la referencia del alumno es alguien que lleva haciéndolo durante años.

No sería de extrañar, que alguien empezara a correr y fuera incapaz de completar una maratón con unas semanas de entrenamiento. Lo cierto es que todas las actividades tienen su tiempo y su ritmo, y aprender música, como mínimo, toma “bastante” tiempo. Hay que aceptarlo, no se puede nadar contra corriente. Por lo tanto es nuestra obligación como profesores, descomponer esos grandes objetivos, en pequeños fragmentos que se puedan asimilar en cortos o medios plazos, y lo que es más importante, hacer ver a los alumnos cómo funcionan los tiempos en el aprendizaje musical.

2) EVALUACIÓN CONTINUA

Pensar que la siguiente clase se apoya por completo en la anterior es uno de los más comunes errores. Prácticamente todos los alumnos creen que no servirá de nada asistir a la siguiente clase, si no han estudiado con cierta profundidad lo visto en la sesión previa. Como es obvio, si no hay ningún tipo de práctica, no hay avance posible, pero es imprescindible saber diferenciar entre objetivos a corto, medio y largo plazo para poder fijarlos inteligentemente. Un buen profesor es capaz de simultanear varias líneas de trabajo, de ir asentando unas bases que posibiliten entender cosas meses e incluso años más tarde. Esta es una actividad de largo recorrido. Trabajar mucho o nada durante un corto periodo de tiempo no resulta en grandes logros. Por el contrario, el trabajo mantenido obra maravillas para el que se ejercita en la paciencia y persiste.

3) DESCONFIANZA

En ocasiones, algunos alumnos están tan convencidos de su carencia de talento, que inconscientemente autosabotean su tiempo de práctica hasta el punto de llegar a no tocar su instrumento entre una clase y otra. Paradójicamente, puede tratarse de alguien con grandes aptitudes musicales, pero la desconfianza puede llegar a ser un muy persuasivo consejero. No es casualidad que los alumnos que mejor y más rápido avanzan, son aquellos que tocan con mayor despreocupación, con mayor pasión y alegría. Por ello, a veces los alumnos sacan más provecho hablando y poniendo en común sus problemas musicales con alguien que ha pasado por lo mismo antes, que aprendiendo un nuevo lick.

4) DISPERSIÓN

Frecuentemente, el aspirante a músico, ni siquiera llega a cuestionarse por qué practica según qué conceptos. Asume que hay cosas por las que tiene que pasar si quiere desarrollarse. Esto hace que sea fácil perder de vista los motivos por los que se empezó a hacer música en un primer momento. Es necesario plantearse qué es lo que quiere exactamente el estudiante. Virtualmente cualquier cosa que incorporemos a nuestra actividad musical nos enriquecerá, pero es necesario un mínimo de concentración para alcanzar algún hito desde el que construir algo más grande. Así, cualquier cosa que no ayude a llegar al punto deseado, se convierte en un obstáculo. Con el tiempo todo cambia, incluso nuestros objetivos musicales, y llegado el momento habrá que tomar decisiones y reajustar los parámetros de nuestra práctica de nuevo. Forma parte del proceso, pero esa situación hay que enfrentarla no antes de tiempo.

5) FALTA DE DIRECCIÓN

Otra de las situaciones más comunes. Antes de dar tiempo a interiorizar algo, el alumno ya ha pasado a otra cosa, consciente o inconscientemente, bien sea por pura impaciencia o por no permanecer el tiempo necesario para aprenderlo con cierta profundidad. Una buena máxima es tener en cuenta que cuando somos capaces de repetir algo, lo hemos memorizado. Cuando somos capaces de crear con ese algo, lo hemos asimilado. No hay que olvidar que estudiamos para mejorar nuestra capacidad de expresión.

6) PRÁCTICA ADECUADA

Se han escrito ríos de tinta acerca de la práctica perfecta. Hay mil y un métodos, cada uno con sus defectos y sus virtudes. Si hay algo que me esfuerzo en repetir a todos mis estudiantes, es que no debe haber diferencia entre tocar por placer y practicar. La práctica debe ser puro disfrute. Si tocar se convierte en una pesada obligación, es seguro que algo está fallando. Dado el caso, es mejor dejar reposar el instrumento y plantearse si hemos perdido algo por el camino o incluso si estamos en el camino adecuado.
En ocasiones sucede que se confunde “la idea de hacer música” con el hecho de “hacer música”. Nos enamoramos de una proyección que no encaja con la realidad y la decepción no tarda en aparecer.

Todas estas situaciones conectan con nuestra experiencia vital y tienen su origen en la propia idea que todos tenemos del aprendizaje y que indudablemente hemos heredado de la educación recibida y sobre todo de nuestro paso por las aulas. Parece que la idea de estudiar es irreconciliable con la de disfrutar o divertirse. Y esa es, en mi opinión, la mayor falacia de la docencia. Lo sé porque de no ser así, yo no sería músico ni profesor, y tampoco vería las caras de felicidad de mis alumnos cuando aprenden algo que les sorprende.

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12 pensamientos en “¿Has hecho los deberes?

  1. Totalmente de acuerdo… aunque hay veces que para conseguir un objetivo es arduo el trabajo… y siempre digo lo mismo «para conseguir tocar algo, cuanto estás dispuesto a sacrificar de otras cosas???»… el gran problema que veo, para quien no tiene claro el camino, es elegir el camino correcto… hay tantas direcciones que poder tomar que es fácil perderse… la gran diferencia reside en quien disfruta el camino aunque se haya perdido y quien decide darse la vuelta… para estos, con los cuales me identifico… siempre se puede volver a empezar, rendirse es fácil, pero asumir errores, ser conscientes de donde estamos y tener perspectiva de futuro seguro hace que volvamos a encontrarnos.

    Un abrazo Carlos

  2. El trabajo siempre es arduo, de otra manera no habría un avance significativo. En mi experiencia la mayoría de los estudiantes tienen claro la música que quieren tocar y como lo quieren enfocar. El camino correcto es el que te haga feliz. El problema es cuando se da por hecho que para llegar a tus objetivos, tienes que aprender obligatoriamente ciertas cosas (aprender solfeo, aprender ciertas técnicas, pasar por otros estilos, aprender a tocar una guitarra cuando en realidad quieres tocar otra, etc).
    Nunca es tarde para dar un giro de timón y redirigirte. Yo lo he hecho muchas veces y aquí sigo, cada día me gusta más hacer música :)

    Abrazos grandes David

  3. «El problema es cuando se da por hecho que para llegar a tus objetivos, tienes que aprender obligatoriamente ciertas cosas»

    Muy cierto. En la escuela de música donde trabajo se promueve mucho este tipo de pensamiento. Por ejemplo, es muy común que a los guitarristas les exijan estudiar guitarra clásica, cuando lo que quieren es estudiar guitarra eléctrica. Muchos terminan desanimándose en el camino porque, a la larga, no es su pasión y no les hace feliz ese camino. No estoy en contra del estudio de la música clásica; creo que es muy beneficioso, en especial para el desarrollo de una buena técnica. Pero, como usted expresa, no debe ser obligado.

    Es lamentable que, muchas veces, los profesores somos los primeros en promover este tipo de pensamiento limitante. Somos los profesores los primeros que debemos cambiar nuestro enfoque. Después de todo, como docentes somos facilitadores del aprendizaje, no dictadores del mismo.

    Excelente artículo, felicitaciones.

  4. Hola Ángel,

    Pensar que hay que estudiar guitarra clásica antes de la eléctrica es un clásico (al menos en España). Lo conozco perfectamente porque yo he estudiado guitarra clásica, paralelamente a la eléctrica.

    Lo cierto es que ambas guitarras difieren en el tipo de cuerda, en la medida de mástil, en las técnicas empleadas y en los estilos musicales. En definitiva, es otro instrumento.

    Quizá tenga ciertas ventajas técnicas pasar de la clásica a la eléctrica. Y digo ciertas con reticencia, porque no tengo claro que las ventajas justifiquen las desventajas. Un guitarrista clásico tradicional, no sabe ni como coger la púa, ni como hacer un bending, ni como controlar el ruido al tocar con distorsión, ni sabe improvisar, ni está versado en el repertorio de la música moderna, etc.

    Lo más importante es que el alumno haga lo que le hace feliz. El resto no creo que sea muy importante.

    Los profesores, tendemos a enseñar de la misma forma que aprendimos. Esto es lógico. Pero se hace necesario que demos un paso adelante y superemos estas cuestiones de una vez por todas, porque no tienen sentido desde el punto de vista artístico, son puro dogmatismo.

    Muchas gracias por tu comentario Angel.

    Saludos.

  5. «Los profesores, tendemos a enseñar de la misma forma que aprendimos. Esto es lógico. Pero se hace necesario que demos un paso adelante y superemos estas cuestiones de una vez por todas, porque no tienen sentido desde el punto de vista artístico, son puro dogmatismo.»

    Muy de acuerdo con esto. Que pena decir que, al igual que en mi lugar de trabajo, hay muchas profesores en otros lugares con esa mentalidad. Bueno, hay que ir poco a poco educando a nuestros colegas. Después de todo, los que se perjudican son nuestros alumnos – nuestras razón de ser.

    Saludos, y que continúen los excelentes artículos como este.

    • Es imposible que no estemos de acuerdo Ángel. Es de sentido común.

      Hay mucho por hacer en la enseñanza, y más si cabe, si hablamos de música moderna (menos de 100 años). Pero a mi es algo que me motiva a trabajar duro.

      Seguiremos en ello, compañero.

      ;)

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  8. Hola.
    Como al alumno (llevo año y poco en este maravilloso mundo, agarre por primera vez una guitarra a los 35 años), sólo puedo decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que planteas. Y por lo que veo, he tenido la suerte de cruzarme con un profesor el año pasado y otro este, que me están haciendo disfrutar, y mucho, del camino. Lo que dices de la cara de felicidad cuando te enseñan algo nuevo es totalmente real. Lo vivo casi cada semana.

    Poco a poco te vas dando cuenta del camino que quieres seguir y tienes que seguir. Por ejemplo, ahora mismo me apasiona el estudio teórico de lenguaje y armonía. Quizá al principio resulta complicado. Pero eso se vuelve a tu favor cuando Tomás la guitarra y ya no sólo «tocas» algo, sino que además lo entiendes y ves el camino a seguir para desarrollar más recursos sobre esa base e intentar conseguir lo que siempre decís: el estilo personal. Estoy muy lejos de llegar a ese estilo, pero creó q voy por el buen camino y que mis profesores están sabiendo aprovechar mis virtudes y corregir mis carencias.

    Pero este es mi camino, y me sirve a mi. Cada alumno tiene que encontrar el suyo y disfrutarlo, siempre con la ayuda de un buen profesor que le sepa guiar.

    Me llama la atención lo que dices de la confianza. Me llama la atención porque me siento totalmente identificado. Quizá es que sea demasiado perfeccionista? No lo se, pero si que es cierto que en el momento que me despreocupó, las cosas salen mucho mejor. No lo pienses, hazlo. O no lo intentes, hazlo.

    Solo me gustaría recomendar una cosa al resto de alumnos que estén leyendo y que como yo, estén en un nivel muy bajo. En esos momentos de frustración que todos tenemos, deja la guitarra a un lado, piensa que la frustración de hoy, con trabajo, se va a convertir en el disfrute de mañana. Y si esto ni vale, lee algún artículo de este tipo, mira un vídeo en youtube de alguien que enseñe la canción que estas aprendiendo. Disfruta de la visualización y piensa «soy capaz de hacerlo». Y dale duro. Trabaja. Pero sobre todo, disfruta.

    Muchas gracias por tu publicaciones. Estos artículos nos ayudan mucho a seguir en este maravilloso mundo

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