Uno de las aspectos imprescindibles del entrenamiento del oido es poder entonar con precision, es decir: cantar las notas. Hay que tener en cuenta que el objetivo no es precisamente desempeñar la labor de vocalista, si no establecer una conexión profunda de tu cerebro con el sonido. Este un paso imprescindible para hallar verdadera libertad creativa, y que tu música pueda ser intuitiva pero no repetitiva, ni el resultado del material que han repetido tus manos una y otra vez.
Este es un campo que tradicionalmente se trabaja más en el entorno educativo de la música clásica, aunque resulte igual de importante para virtualmente cualquier tipo de músico. Por tal razón, quiero proponer algunas ideas para entrenar el oido desde la perspectiva del improvisador, aunque son igualmente útiles para compositores o arreglistas.
1. Improvisar melodías vocales.
Elige una progresión de acordes con la que trabajar. Yo voy a utilizar un simple II V I en Do mayor (Dm7 G7 Cmaj7) como referencia, pero si es una compuesta por ti mismo, mucho mejor. Tócala en tu instrumento hasta que lo puedas hacer con cierto automatismo, sin necesidad de pensar mucho en ello. Ahora canta las notas de la tonalidad (la escala) en sentido ascendente y descendente, sobre cada uno de los acordes. No te apresures, no es un ejercicio de velocidad o de precisión. Recuerda que estas entrenando tu oído. Tómate el tiempo necesario para comparar bien cada nota sobre cada acorde, como si estuvieras probando el nivel de sal de un plato que estás cocinando.
Después de lograr cierta habilidad en esta idea, experimenta con algunas de las siguientes posibilidades:
a) Entona una sola nota para toda la progresión. Si por ejemplo, cantas la nota DO sobre la progresión Dm7 G7 Cmaj7, creará los siguientes intervalos:
- b7 sobre Dm7
- 4 sobre G7 (convirtiéndolo en G11)
- Fundamental sobre Cmaj7
b) Entona diferentes notas, una por acorde. Como ejemplo, canta la melodía descendente Sol Fa Mi, creando los siguientes intervalos en cada acorde:
- Sol: 4 sobre Dm7 (convirtiéndolo en Dm11)
- Fa: b7 sobre G7 (la séptima menor, que ya forma parte del acorde).
- Mi: 3 sobre Cmaj7 (la tercera mayor, que también forma parte del acorde)
Tras experimentar con estas y otras ideas (¡no te conformes con mis sugerencias! encuentra tu propia forma de enfocar el asunto), deja volar tu imaginación y entona lo que surja libremente de tu voz (tu cerebro en realidad) sobre los cambios de acordes. Eso es, estás improvisando de verdad.
2. Entonar después/durante/antes.
En este ejercicio solo has de tocar melódicamente, pero has de asegurarte de que cada una de las notas que pises en el mástil, están de hecho sonando en tu cabeza. Para facilitar el desarrollo de esta habilidad vas a proceder en tres pasos:
a) Toca una linea sencilla (empieza por algo simple, ya habrá tiempo de complicarlo) para acto seguido entonarla. De esa forma tu oido ha de estar muy atento para identificar cada nota, y poder grabar la información en tu memoria musical, para reproducirla a continuación. Asegúrate que de hecho estás entonando con precisión cada sonido. Si no estás seguro, grábate y escúchalo después.
b) Si has elegido el material del primer paso inteligentemente, en poco tiempo serás capaz de coordinar lo que oigas con lo que toques a tiempo real. De manera similar al estilo Scat que emplean guitarristas como George Benson, Andreas Oberg o John Pizarelli.
c) El último paso es poder cantar primero la melodía y tocarla después. Cuando has de improvisar con la voz, eliminas automaticamente todos la memoria muscular adquirida, todos los licks, clichés y patrones repetidos mecanicamente. Lo que suena en tu cabeza es «música real».
Este ejercicio puede ser tan complicado como desees. Depende totalmente de la propia línea que toques y de lo que hayas progresado en la conexión sonora/visual. Puedes empezar por limitar el número de notas a únicamente tres, experimentar con diferentes combinaciones de intervalos y desarrollarlo desde ahí. A mayor número de notas, mas amplitud en los intervalos y mayor ha de ser la memoria musical. Estudia inteligentemente, ajusta el trabajo a tus posibilidades e incrementa la dificultad suave y progresivamente.
3. Canta el solo.
Si has practicado consistentemente el punto 2, este trabajo va a ser mucho mas fácil. El punto de partida a la hora de transcribir un solo «siempre» debería ser escucharlo tantas veces como sea necesario para grabar la música en tu cerebro. Tu tarea es ahora cantar las notas de aquello que ya conoces bien y has memorizado. Una vez que esa música está alojada en tu cerebro, es infinitamente más sencillo identificarla.
No es necesario memorizar las 1000 notas contenidas en un solo de 10 minutos. Trabaja por partes. Empieza por una frase y ve construyendo poco a poco. Si eres capaz de entonar las notas de una línea, ya tienes la parte mas difícil e importante resuelta: la identificación de las notas, su valor rítmico y la dinámica con que están tocadas. Llevarlo al instrumento es ahora pan comido.
Aunque a primera vista no lo parezca, este trabajo mejora directamente tu habilidad como improvisador. Transcribir, sin duda desarrolla el reconocimiento auditivo en el contexto musical que toques, influyendo directamente en la identificación de los recursos estéticos propios del lenguaje musical: Todo aquello que contribuye a que cuando ejecutas una simple escala de blues, suene a verdadero blues, y no a una secuencia de notas sin alma.
4. Transposición melódica.
Este ejercicio tiene que ver con el oído relativo (la habilidad de reconocer intervalos, independientemente de la nota que se tome como referencia) y es de incalculable valor para el improvisador.
Puedes empezar por elegir una melodía o riff de un tema que conozcas muy bien. Cuanto más sencillo mejor. Por ejemplo el riff de Satisfaction de Rolling Stones, compuesto por 3 notas: Si, Do# y Re (las tres primeras notas de la escala de Si menor (R, 2 y b3). Casi con toda seguridad, puedes entonar esta melodía al primer intento. Perfecto. Ahora prueba a cantar partiendo de otra nota, por ejemplo desde la tercera menor Re, pero manteniendo los mismo intervalos. Experimenta partiendo de notas más agudas a la original, pero también más graves.
A continuación, toca una nota en la guitarra, no importa cual, y tómala como tónica para improvisar una melodía. Trata de retener la frase que acabas de crear. Ahora toca otra nota y entona la misma melodía desplazada al nuevo centro tonal. Si la melodía no es lo suficientemente desafiante, busca otra con más notas y mayor variedad interválica. Ajusta siempre la dificultad a tu nivel real y haz que tu estudio no sea rutinario, si no divertido e impredecible.
Este ejercicio preparatorio, desarrollará tu habilidad para poder improvisar mejor sobre cambios, escuchando ideas que transcurren por diferentes tonos y modos.
Por último, toca un Cmaj7 e improvisa entonando una sencilla melodía. Acto seguido toca Dmaj7 e improvisa una melodía, pero diferente esta vez. Ahora baja a Bbmaj7 y repite el proceso. En cada uno de los casos estás desplazando el eje tonal, y generando nuevo material melódico.
5. Motivos rítmicos.
La última propuesta tiene que ver con el ritmo, parte indisoluble de cualquier manifestación musical. Para proceder puedes tocar una sola nota en la guitarra, pero con un ritmo regular de negras. Simultáneamente has de improvisar una linea melódica, pero con una subdivisión regular. Por ejemplo en corcheas.
Otras ideas a explorar van a depender de tus conocimientos previos y habilidad rítmica, aquí tienes otra opción, siempre llevando la nota de referencia en un pulso de negras.
La evolución lógica de este ejercicio va a ser intercambiar los papeles rítmicos: cantar una sola nota y subdividir lo que tocas en la guitarra. En el siguiente ejemplo he mantenido el Do en la guitarra mientras la voz emplea corcheas, tresillos y semicorcheas para crear melodías.
Ambas modalides de trabajo van a estimular y mejorar tu oído y tu habilidad improvisatoria, pero también tu capacidad de independizar instrumento y voz. Muchos beneficios a cambio de una forma de estudiar diferente y efectiva.
Jamás me canso de repetir a mis estudiantes, que el oído es nuestro mas preciado tesoro. Puedes hacer música sin saber teoría, sin tener una buena tecnica, incluso sin ver o hasta sin poder tocar físicamente, pero sin oído la música sencillamente no existiría. Nada mas y nada menos. Piensa en ello.
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En mis clases de guitarra y armonía imparto estos y otros conceptos. Si quieres que te ayude a mejorar escríbeme un email y veamos como trabajar en tus objetivos.
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Gracias máster. ..muy buen tema a tratar, el oído !!
Gracias! me alegro de que te guste!
Un abrazo
gracias Carlos por compartir tan valiosa informacion, y se agradece mas cuando escasean los recursos economicos
Gracias por comentar Rafael!
Un abrazo
Gracias Carlos. Muy bueno. Has hecho que recuerde mis viejos cursos de AUDIOPERSEPTIVA. Muy útil !!
Me alegro mucho Juan!
Un abrazo